El día del padre ausente
El día del padre es tan absurdo como cualquier otro 'día de', pero ya que se celebra y se celebra hoy, sin que yo pueda hacer nada por evitarlo, me gustaría aprovecharlo para escribir sobre los padres, cada vez más padres, que no pueden ver a sus hijos porque sus ex mujeres se inventan maltratos y otras mentiras como venganza por el divorcio o por el simple gusto de hacer daño.
Cualquier denuncia por maltrato o agresión de un hombre a una mujer es aceptada sin ninguna garantía para el denunciado. Se actúa contra el acusado, en muchos casos, con ligereza, sin que sea necesaria ninguna prueba que demuestre su culpabilidad. Las leyes están hechas dando por descontado que el hombre es culpable por definición y que lo que uno hace como marido lo tiene que pagar como padre. El resultado es que cada vez hay más niños españoles que no puedan ver a sus padres o que tienen con ellos una relación forzada y rocambolesca.
Cada vez más mujeres practican la exageración y la mentira para sacar provecho de una ley revanchista y de unos jueces que acaban siendo manifiestamente injustos, condenando a los hombres por el simple hecho de serlo y castigando inconcebiblemente a sus hijos, cuando lo que está claro es que ellos, precisamente ellos, no tienen ninguna culpa.
La paternidad, como la maternidad, es sagrada. Pero últimamente en España se está convirtiendo en un chantaje para sacar más dinero en caso de divorcio o para llevar la expresión del resentimiento post conyugal hasta la última crueldad. Aumentan de un modo preocupante e inaceptable las falsas denuncias de maltrato persiguiendo estos objetivos, y aumenta también la sensación de que cualquier juez que no falle culpabilizando y machacando al hombre es un juez machista. Hay miedo y el miedo sólo genera injusticia.
La justicia española no puede permitir que en nombre de proteger los derechos y la seguridad de las mujeres, algo naturalmente justo y necesario, se vulneren de un modo flagrante principios tan fundamentales como la presunción de inocencia.
Hay hombres malos, hay mujeres malas y hasta hay niños malos. Pero en contra de lo que piensa y propaga el feminismo, el hombre no es un maltratador en potencia ni se le puede pisotear de cualquier modo ni con cualquier pretexto ni en nombre de un revanchismo que sólo lleva a la injusticia, al desamparo, y a que muchos niños y niñas tengan que crecer tristes y rotos por no poder ver a sus padres.
El feminismo, en su ira ciega y en su rabia atroz, pretende convertir a los hijos en rehenes y a los hombres en culpables por definición. El drama de extiende como una mancha, hay inocentes que pagan un precio brutal y además, más allá de la estúpida revancha, nadie gana absolutamente nada
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